fondo

“KARATE-DO”

Los términos KARATE (vacío) y DO (Man) tienen un significado que viene dado con la idea de que las manos vacías como símbolo de lucha sin armas. Vemos en otros escritos que su referencia también conlleva una relación de equilibrio del cuerpo, mente y espíritu. El DO (DOJO, el camino, la vía) expresa la calidad del verdadero karateka. Es un arte de vida que va más allá de la práctica, se asocia a la superación del ser humano, no sólo desde lo físico, sino también desde lo espiritual. Las acciones de la vida cotidiana son marcadas por nuestra experiencia como karatecas, por eso se valora el respeto a las costumbres y a los valores humanos universales: cortesía, amistad, modestia, respeto, autocontrol, entre otros. El karate ayuda a desarrollar la mente, el cuerpo y el espíritu, potenciando la coordinación, elasticidad, disciplina y concentración. Practicarlo adecuadamente conlleva a un crecimiento progresivo, pero profundo. Su esencia es DO, el camino. El objetivo principal es superarse y compartir lo aprendido. Nada ni nadie puede reemplazar al verdadero maestro. El maestro puede enseñar, pero el alumno debe aprender. SUSTITUIBLE.

“EL MAESTRO”

En la sociedad actual, el entrenador, profesor o educador es una referencia clave en el proceso de aprendizaje, vinculación y formación del ser humano, su relación en el área que se desenvuelve. En las artes marciales la figura del maestro está basada en la preparación física y emocional, así como también en la vocación de servicio. Un verdadero maestro es el que sabe aprender y adaptarse, quien enseña no por tiempo sino por sabiduría. Es el que se proyecta en sus alumnos porque siembra valores, y deja huella en su formación. Años de entrenamientos, títulos, diplomas, participación y eventos forman parte del recorrido, pero el valor humano es irremplazable. El maestro se reconoce por sus hechos, no por sus palabras. Es la guía y motivación, con sus errores y aciertos. También es una persona de carne y hueso que da lo mejor para sus alumnos. El Dojo tiene un alma, una energía que fluye gracias al corazón del maestro. Su presencia marca la evolución del alumno. La constancia, vocación y entrega, es el pilar de la enseñanza.

“EL ALUMNO”

Ensalzado en los relatos más primitivos, el ser humano recibió enseñanza del maestro, para luego poder enseñar a otros lo aprendido. Desde la historia, el ser humano ha intentado buscar un conocimiento que le permitiera encontrarse con sus limitaciones, pero también con su potencial. A veces aparece en la infancia por necesidad o inspiración. Otras veces en la adolescencia por motivación o recomendación. Y también de adulto, buscando nuevos caminos y desafíos. El respeto, el compromiso, la constancia y la práctica son virtudes del alumno. Los cinturones sólo marcan su avance técnico. Lo importante es la actitud con la que encara los entrenamientos y la capacidad de aprender. Ser alumno es un estado constante del ser humano, donde nunca se deja de aprender. El ego y la soberbia deben quedar fuera del Dojo. Cada clase es un momento para crecer.